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viernes, 5 de julio de 2013

La Red (a)Social (artículo para ChopperOn.es, julio 2013)


Hace unos días saltó la noticia de que Facebok recibió -y atendió- alrededor de 10.000 órdenes de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU con peticiones de información que afectaban a entre 18.000 y 19.000 cuentas. Justo una semana antes, volviendo de la reunión anual de Harley-Davidson en León, mi moto sufrió una avería cerca de Valladolid y tras colocar el casco a 20 pasos, la chaqueta en el suelo y separarme unos metros de la moto comprobé como pasaban ante mí siete BMW  y dos motos japonesas que no se dignaron a parar, eso sí, muy educados me saludaron con la mano.
A priori ambos hechos no tienen nada que ver pero si nos detenemos un momento a valorarlos descubrimos que, de algún modo, tienen aspectos comunes. Ambas son dos grandes redes sociales, sí, no se me solivianten todavía. Me explicaré. Si bien Facebook tiene un alcance mundial que supera los mil millones de cuentas, el motociclismo, o motorismo, tiene también una importante cifra millonaria de seguidores en todo el mundo. Ambas son, igualmente, voluntarias y en el caso de Facebook totalmente gratis. Cuando entramos en esta red debemos saber que estamos dentro de una empresa privada y jugamos con sus propias reglas sin que nadie nos obligue a permanecer en ella; cuando conducimos una motocicleta deberíamos ser conscientes de que formamos parte de un mundo con un centenar de años de historia, códigos no escritos pero que mantienen todavía su vigencia, al menos en los que somos cascos viejos, y una solidaridad que se hizo famosa mucho antes de que los móviles hiciesen su aparición y las compañías de seguros introdujesen la asistencia en carretera. Cuando era pequeño era frecuente escuchar historias, incluso en los programas de televisión, sobre como los motoristas (o moteros) ayudaban a coches averiados y, por supuesto, a las motos. Hoy parece que aquellas historias son parte de la leyenda perdida de la solidaridad humana.
No entiendo a quienes claman ahora por la violación de su privacidad en las redes sociales. ¿Qué privacidad reclamas cuando has sido tú quien ha compartido todo lo que has querido en el entorno de una compañía? Si no quieres que tus cosas se vean… no las pongas. Y tampoco entiendo que alguien que se suba en una moto no asuma como propias las reglas básicas de esta afición. Si no sabes, pregunta, coño. Un casco colocado en el suelo a 20 metros de la moto, remarcado por la chaqueta que reposa en el asfalto y no colgada del manillar, por ejemplo, es señal de avería, a ver si se enteran aquellos que no han escuchado a sus mayores. Sí, el piloto seguramente habrá llamado ya por su móvil y estará esperando a la asistencia, pero una parada a preguntar será siempre de agradecer. Un poco de charla o simplemente comprobar que formas parte de algo reconfortará al piloto con problemas. Y si no vas a parar, al menos métete el pito y las “uves” en el orto porque no tienes nada que ver conmigo y paso de saludarte. Eso sí, no te preocupes, si un día eres tú el que estás tirado en la carretera y yo paso en moto o en coche, me detendré y te ofreceré ayuda y un rato de charla, al igual que hicieron conmigo David y Ana, Carlos y Esther, Ricardo y Ricardo jr. Todos harleros, todos motoristas, todos amigos. Yo seguiré montando en moto y mantendré mi perfil en Facebook porque asumo las reglas de ambos.
Por último, quiero dar las gracias a otro motorista, Roberto, y a su encantadora chica, Ali, por no haber permitido que me hiciese el resto del viaje en grúa. Desviaron su camino y nos recogieron a mí y a La Bonita ofreciéndonos su hospitalidad porque ellos sí que saben lo que es una red social. Y se basa, sobre todo, en la amistad.

martes, 5 de marzo de 2013

MOTORISTA DE SALÓN (artículo para ChopperOn, marzo 2011)


Hace ya casi un mes que La Bonita duerme sin descanso en el garaje de casa. El paso por el taller no ha sido todo lo rápido que esperaba y el dolor me impide todavía llevarla de paseo como se merece. No recuerdo la última vez que pasó tanto tiempo sin que pudiese montar en moto pero debió ser hace mucho porque estoy que me subo por las paredes. Shit happen! Sin embargo la convalecencia me ha permitido recuperar otras cosas que tenía, si no olvidadas, sí postergadas. Entre ellas leer más de lo que acostumbraba en los últimos tiempos. Varias son las obras que han sido devoradas durante este mes pero quédense tranquilos que no es mi intención escribir un artículo sobre ellos. Lo que sí quiero resaltar es que me resulta curioso la cantidad de aspectos que tienen en común literatura y motos. Cuando abres una novela es como si accionaras el acelerador suavemente para dejar que el motor de la historia te vaya llevando por kilómetros llenos de letras hasta las más increíbles aventuras, los romances más apasionados o las batallas más sangrientas. La literatura nos permite soñar, imaginar, emocionarnos… ¡Vivir! Al menos para mí ha sido una vía de escape durante todas las etapas de mi vida. En moto he recorrido carreteras de casi toda España y media Europa, he visto parajes increíbles y conocido personajes dignos de mención; con los libros he visto cosas que tú ni imaginarías, he amado a mujeres hermosas y algunas realmente peligrosas, he estado al borde la muerte infinidad de veces y he tenido que defender vida y honra en varios duelos de honor. Moto y letras caminan de un modo paralelo en mi vida y por eso, cuando emprendo un viaje en moto siempre viaja conmigo una novela… y un cuaderno. Leer y escribir me son tan imprescindibles como rodar  y en estos momentos de orfandad motera me refugio en ellos para huir de la podredumbre moral que nos rodea. Espero que esta situación se resuelva rápidamente porque el sofá de mi salón es cómodo, sí, pero añoro el sillín individual de mi Harley y necesito escuchar el ronroneo del big twin al ralentí. En fin, toca rezar y esperar mientras ataco “Danzas de Guerra”, el recopilatorio de cuentos, odas y poemas de Sherman Alexie que mi hermano Víctor me regaló al salir del hospital. Curioso, comienza a sonar la excelente versión de The House of the rising sun que The White Buffalo hizo para cerrar la cuarta temporada  de la serie Sons of Anarchy. Le han cambiado la letra para ajustarla a la mujer de Jax Teller, el protagonista. Empieza así:
There is a house in Charming town / They call the rising sun.
And it’s been the ruin of many a poor girl / and me oh God I’m one.

Y así termina:
And me I wait in Charming town/ to gain my loveless one
I’m staying here to end my life/ down in the rising Son.

Para el resto, ya saben, Google y YouTube. Que la disfruten.

domingo, 3 de febrero de 2013

AÚN NO HA OSCURECIDO, PERO NO TARDARÁ EN HACERLO (ChopperOn, febrero 2013).


“Shadows are falling and I've been here all day./ It's too hot to sleep, time is running away./ Feel like my soul has turned into steel/ I've still got the scars that the sun didn't heal./ 
There's not even room enough to be anywhere./ It's not dark yet, but it's getting there.”

El hombre de la cazadora oscura apuró su café y encendió un cigarrillo con un fósforo que a continuación desapareció aplastado bajo una gruesa bota de medio tacón. Levantó la cabeza sin mirar a nada y tampoco nadie pudo distinguir siquiera una mueca que delatase sus intenciones. Guió el cigarrillo a sus labios y le dio una larga e intensa calada. Parecía ajeno al paso del tiempo. Se quedó quieto, recostado sobre el quicio de la puerta, forastero de lo que sucedía a su alrededor, decidido a prolongar un poco más el descanso de su motocicleta. Quizá aquel lugar era la mitad de su viaje, o puede que no, quien sabe. Alto y fornido, su rudeza contrastaba con la luminosidad de unos ojos que sólo tienen los que todavía creen en dragones y princesas, en elefantes dentro de las boas y en nubes de algodón.

“Well, my sense of humanity has gone down the drain./ Behind every beautiful thing there's been some kind of pain./ She wrote me a letter and she wrote it so kind./ She put down in writing what was in her mind./ I just don't see why I should even care./  It's not dark yet, but it's getting there.”

En el interior del bar la radio decidió emitir un viejo tema de Bob Dylan y entonces sí, la atención del hombre de la cazadora oscura se avivó súbitamente. Sin modificar su postura, su cabeza se irguió un poco más, concentrándose en escuchar. Una nueva calada al cigarrillo dio paso a una exhalación de humo blanco grisáceo que duró más de lo habitual. Nadie podía saberlo pero, aún sin mover los labios, las palabras se iban sucediendo en su boca. Y nadie tampoco alcanzaría a adivinar que el hombre de la cazadora oscura llevaba el miedo como único equipaje.

Well, I've been to London and I've been to gay Paree./ I've followed the river and I got to the sea./ I've been down on the bottom of a world full of lies./ I ain't looking for nothing in anyone's eyes./ Sometimes my burden seems more than I can bear./  It's not dark yet, but it's getting there.

El cigarrillo, aburrido entre los dedos, terminó por consumirse. Lo apagó, se ajustó el casco y arrancó. El Big Twin ronroneó agradecido. El hombre de la cazadora oscura dio una suave palmada al depósito, miró al horizonte por donde el sol empezaba a despedirse y nadie escuchó la frase que emitió antes de alejarse, mientras Bob Dylan terminaba la última estrofa. Pero ahí quedó, flotando en el viento: aún no ha oscurecido, pero no tardará en hacerlo. Nadie había visto antes al hombre de la cazadora oscura por allí y tampoco se le volvió a ver. Y, sin embargo, estuvo.