jueves, 23 de abril de 2015

Unos versos para celebrar el 23 de abril de 2015. Día del Libro.


"Tempestad”



Azotaron los vientos 
a las madres. 
Asustaron las olas
a las novias.
Y las mujeres aprendieron
que era el miedo
Los hombres nunca
regresaron.
Descansaron sus penas
en el mar.

fernando cueto 1999

domingo, 12 de abril de 2015

UN HOMBRE DE PUEBLO

Cuando era un crío con pantalones cortos y grandes aventuras por vivir no comprendía la importancia de tener raíces sólidas donde anclar el presente. Referencias que hacen que la huella de tu vida no se diluya entre las brumas de lo indefinido. Ese crío sólo se preocupaba de de jugar y tener amigos suficientes para afrontar los maravillosos acontecimientos que traía cada nuevo día. Hoy, muchos lustros después, regreso al pueblo en el que pasé los mejores momentos de mi infancia para comprobar que parte de mí pertenece a estas piedras, estos árboles, a los verdes prados que lo rodean.


Desde la planta superior de la casa familiar puedo gozar de la maravillosa vista de los montes que delimitan una parte del valle y en el recuerdo vuelvo a ser el niño feliz que se perdía por todos los rincones del pueblo y sus alrededores… y entonces me sorprendo a mí mismo sonriendo dichoso.
El norte de España tiene estas cosas, pueblos llenos de encanto donde a las doce del mediodía aún se puede disfrutar del silencio, tan sólo interrumpido de vez en cuando por el ladrido lejano de un perro, el piar sereno de los pájaros y acaso un gallo travieso que corroboran que el silencio es real. Un auténtico paraíso para alguien de carácter retraído que disfruta de la soledad en las dosis adecuadas.
Resultaría poético afirmar que aquí el tiempo se detiene pero faltaría a la verdad. No, Molledo no vive apartado del mundo y dispone de los avances que la tecnología ha creado, wifi incluida. El televisor del bar donde Luisa me pone el café de la mañana permanece encendido desde que se abre hasta la hora de cerrar. La información llega tan rápida como a cualquier otro lugar, aunque a nadie parezca importarle demasiado. hay partidarios del Madrid y del Barça; hay penas y alegrías, éxitos y fracasos, Pero lo esencial es que aquí un día vale por dos, y eso no tiene precio.
Me gusta venir a Molledo, a mi pueblo, y aunque no participe mucho en su vida sí lo hago lo suficiente como para que el contacto con la gente deje un poso en el baúl donde se va construyendo la memoria.
Miguel Delibes recogió magistralmente parte de su infancia aquí en la obra “El Camino” y cuando la recuerdo no puedo evitar pensar que sus correrías fueron también las mías, sus amigos parecidos a los que yo tuve y sus vivencias otro tanto.

A la edad de haber conocido muchos lugares, de haber experimentado distintas formas de vida, Molledo sigue oliendo a vacas, a hierba recién cortada, a la compota de manzana que hacía mi abuela, a los momentos veraniegos con mis primos y a los días de fiesta de San Justo y la Virgen del Camino. Pero, sobre todo, sabe a la inocencia de aquel niño que vivía las largas horas de luz fuera de casa, agotado y feliz. Completamente libre.

viernes, 10 de abril de 2015

LA TERCERA FALANGE: DE LA CLANDESTINIDAD AL ACOMPAÑAMIENTO COREOGRÁFICO.



Interesante visión en la que el autor expone lo ocurrido con FE de las JONS en el bando nacional/rebelde y como Franco manipuló e intrigó para fusionarla por la fuerza con el Requeté, convirtiéndola en FET de las JONS y dando lugar con ello a la implantación de un nuevo movimiento en el que el ideario falangista es abandonado para convertirse, tal y como predijo José Antonio Primo de Rivera, en mero acompañamiento coreográfico.

jueves, 9 de abril de 2015

Cuando la verdad no está al lado de la Ley (artículo para mundiario.com)

 
Ha vuelto a ocurrir la tragedia. Nada nuevo en Estados Unidos, el país que presume de ser la democracia perfecta. Un policía blanco ha disparado varias veces por la espalda contra un hombre negro que huía de él en North Charleston (Carolina del Sur). Un asesinato en toda regla. Aquí no cabe, creo, la presunción de inocencia porque alguien grabó lo ocurrido, obteniendo con ello una prueba irrefutable que echaba por tierra la declaración del asesino que alegó haber disparado porque la víctima intentó arrebatarle el arma. Más allá de la deleznable actuación del agente de policía, la cuestión es que seguramente se habría salido con la suya de no haber mediado una prueba tan contundente. La grabación no deja lugar a dudas sobre lo ocurrido; la grabación es clave a la hora de conocer la verdad. Gracias a Dios o a la divina providencia esto no ha ocurrido en España. De ser así la persona que inmortalizó la verdad podía haber sido acusada de violar la nueva ley con la que el gobierno del PP quiere amordazar a la ciudadanía prohibiendo la posibilidad de conocer la verdad.
Las nuevas tecnologías han traído consigo la posibilidad de que una persona se convierta en testigo y prueba de lo que ocurre en nuestras vidas. Ha democratizado la información. Gracias a imágenes anónimas - y a las redes sociales- hemos podido ver cosas que los medios de comunicación no tenían la posibilidad de obtener. Cada individuo puede recoger en su móvil/cámara una instantánea, un vídeo que refleje fielmente lo que ocurre a cada momento y difundirlo a una velocidad inusitada por todo el mundo. En el caso del que hablamos es, cuanto menos, de agradecer.
En los últimos años hemos podido ver, tanto en internet como en distintas cadenas de televisión, como Antena 3 o La Sexta, imágenes de abuso de autoridad y violencia por parte de algunos cuerpos policiales que nos han llenado de vergüenza y asco. Pongo como ejemplo el puñetazo que un policía propina a una menor en Madrid o el excelente reportaje donde Jordi Évole deja en evidencia al mismísimo jefe de policía de Barcelona al enseñarle vídeos que desmienten rotundamente sus afirmaciones. Hemos asistido, igualmente, a las declaraciones de políticos que mentían al asegurar que policías acusados de violencia con saña, con pruebas definitivas de su actuación, habían actuado correctamente. Hay ya demasiados casos de mentiras probadas, de incorrecciones de método, de procedimientos dudosos e incluso de torturas en centros de detención como para plantearse un debate público sobre la incongruencia de mantener la presunción de veracidad de los agentes. Ya no son hechos aislados, hay demasiados testimonios en su contra como para pensar que, al contrario, son algo corriente que damos como algo corriente frente a lo que no podemos hacer nada. No conozco a nadie que no haya experimentado alguna vez en su vida un caso de injusticia donde la policía ha faltado a la verdad, aunque fuese por una simple infracción de tráfico. La presunción de veracidad  trae consigo que los ciudadanos nos convirtamos en seres de segunda frente a los agentes policiales. Elimina el precepto jurídico de que todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad. Rompe con la igualdad y es total y profundamente injusto. Nadie es más que nadie en democracia.
Los cuerpos de seguridad del estado deberían ser respetados, queridos y apoyados, siendo estos términos iguales en importancia. La policía está para servir al ciudadano, para protegerle y garantizar su tranquilidad, no para amedrentarlo. Esto sólo será posible si no existe tacha en sus actuaciones y esto no pasa por las medidas que el gobierno ha puesto en marcha para evitar las pruebas incriminatorias. Amenazar con grandes multas e incluso penas de cárcel para quien grabe a un policía actuando no sólo no va a servir de nada, sino que no devolverá el aprecio de la población a la policía. No se pueden poner puertas al campo. Únicamente se conseguirá si los policías recuerdan cual es su misión y respetan los valores que han jurado defender. Si la verdad vuelve a estar al lado de la ley.

* (Imagen extraída del vídeo donde el agente Michael T. Slager dispara 8 veces. / The New York Times)