viernes, 11 de febrero de 2011

SENTIDO COMÚN

De todos los comentarios que he recibido en mi mail por el artículo anterior, uno me ha parecido interesante, así que lo reproduzco a continuación en su forma literal, bajo el título que la autora, Alejo Miguélez, ha tenido a bien poner y, por supuesto, con su permiso.

SENTIDO COMÚN
Común???, común por qué???.
¿Porque es el sentido global y colectivo de toda la especie humana? Jolín, pues para ser tan común, hay que ver lo inusual que es a veces encontrarlo en el propio ser humano.
¿Porque es el mas vulgar, normal y corriente de los sentidos con el que el hombre nace? Nos ha fastidiado….. pues para ser tan corriente hay que ver lo que cuesta encontrar a dos personas cuyo sentido común les sea común.
Vamos, que es tan común, tan común, tan común que hace del conjunto de los seres humanos……. un disjunto.
Bueno, que vamos a esperar de un sentido que ni siquiera tiene nombre propio; ahí tenemos el gusto, tacto, olfato, etc. Todos bien definidos y acotados, y resulta que el mas importante viene a llamarse sentido estándar (venimos con el de serie) o sentido global (el mismo para todos). Así pasa lo que pasa.
Anda que no me ha pasado veces aquello de estar hablando con alguien de lo mas cotidiano y común de la vida y a medida que el otro opina, argumenta y desarrolla su modo de pensar estar yo, ahí, con esa cara de patata, ojiplática hasta casi empezar a bizquear de los millones de interrogantes que se acumulan en mi sentido común, como se estuviera escuchando a un ser de otro planeta. Claro, con semejante muro entre ambos sentidos comunes pues ya se le quitan a uno las ganas de opinar y de poner en común su punto de vista… ¿para que?, dos líneas paralelas no se van a juntar jamás, por muy iguales y comunes que sean entre sí.
Y bueno, no es aquello de que uno no sepa escuchar, es que ya he escuchado bastante. No es eso de procurar comprender la postura del otro, es que por mucho que me esfuerce…. nada, no hay caso. Tampoco es eso otro de que siempre hay que respetar las opiniones de todo el mundo; ya, pero en según que casos… es que cuesta un güevo oye.Y lo peor es que seguramente el otro está pensando exactamente lo mismo de mi: “Pobre, ¿en que nave espacial habrá llegado a la tierra?”.
Se me ocurre que una de las cosas más comunes y endémicas del ser humano es la reproducción. ¡Pero vamos a ver!, ¡si ni siquiera para ser padres somos capaces de aplicar el mismo sentido común! Si lo que yo llamo educar otros lo llaman traumatizar.
Si agarro y castigo al niño sin tele un día (-horror-), agarra otro y me dice que vaya tiranía. Y yo venga a explicar que el chaval se quería beber el Fairy, o que casi me quema la casa con un mechero, o que decidió bañarse en el río vestido en el mes de Enero. Mientras unos opinan que mandan los padres otros opinan que mandan los niños, de tal forma que la palabra NO se convierte en un océano en el que naufraga el sentido común adulto y sobrevive el sentido común infantil….. ¿Es esto aplicar el sentido común?, jo que lío!
Lógicamente, el sentido común se va desarrollando a medida que adquirimos experiencia, que vivimos, vemos y aprendemos hasta alcanzar esta cosa tan nuestra que llamamos madurez emocional, y ya podemos hasta votar y todo. Pero nada chico, tampoco funciona, porque ahí tenemos un montón de memoria histórica, un montón de acontecimientos llevados a cabo por hombres en plena madurez de sentido comúnque nuestro sentido común moderno nos dice que no pueden ni deben volver a repetirse.
Nos chilla ese común de los sentidos que aprendamos de ellos para que no vuelvan a suceder jamás y, ¡zas! siglo XXI y seguimos cometiendo errores pasados.
En fin, Ferdi, que me emociono y sigo aquí poniendo ejemplos vulgares. Todo este rollo no es más que una reflexión de tu artículo “Quemando las naves”, y es que uno piensaen que llega un Ferdi y escribe ese artículo que no es mas que un dictado de su sentido común y uno lo lee y dice: “claro, obvio… es cuestión de sentido común pensar así”, pero luego se pregunta que si es tan común y obvio como parece… ¿Dónde esta ese sentido en los abanderados de la libertad que con sus lecciones sientan cátedra o en los que se empeñan en hacer un mapa de colorines donde si no estas conmigo estas contra mi?
Y es que de todas las especies que habitan el planeta, la humana tiene el sentido común más dispar y menos común.
Besazos.

miércoles, 2 de febrero de 2011

QUEMANDO LAS NAVES (Artículo escrito para el número de febrero 2011 de ChopperOn)

Vivimos tiempos difíciles, momentos que jamás imaginamos y de los que la única consciencia que tenemos se circunscribe a los libros de historia o a las novelas, por poner un ejemplo. Las cosas pintan feas para un país hipotecado por la absurda política infraestructural a la que nos ha conducido la ambición de los mediocres, la avaricia de un sistema ficticio y la inoperancia de quienes tienen que tomar las decisiones “salvatorias”. Se respira en la calle una tensión que a duras penas se puede contener. En cualquier charla de café, en los vagones de metro o en las cenas informales con los amigos el tema está presente cual espada de Damocles amenazando nuestras cabezas. Se intenta evitar, pero tarde o temprano termina saliendo. Quizá porque los españoles somos muy dados a la queja explosiva y poco proclives a desatar nuestra ira de forma violenta, a modo de legitima revuelta, cuando nuestros derechos son pisoteados de continuo. La tensión se palpa en todo, hasta en las opiniones sosegadas, hechas desde la simple, y no siempre acertada, opinión. Este clima de ira y desesperanza enfrenta a tirios y troyanos en una batalla no nueva, sino postergada por el estado del bienestar. Aquí se ve la verdadera naturaleza humana, de que pie cojea cada uno. Es en ocasiones extremas donde el pensamiento individual e íntimo deja de parapetarse tras la mascara del engaño. Nada ha cambiado desde el principio de los tiempos, el hombre siempre será hombre. Aparecen de golpe los bufones de la libertad, titiriteros de la democracia que enarbolan banderas de falsa hermandad tras las que esconden intenciones totalitarias que a menudo llegan a negar la evidencia de la mayoría. Estos parásitos de la podredumbre intelectual, travestidos de unos colores que hace ya mucho tiempo que perdieron su significado y hasta su propio nombre, salen del sombrío agujero en el que una vez olvidaron sus creencias para disparar contra el oponente - y hasta contra el pianista, si se pone a tiro- venablos emponzoñados de ignominia. Calumnia, que algo queda. Es sencillo mentir, lo vemos cada día y desde todos los ámbitos de la sociedad. La ignorancia es mucho más cómoda que la instrucción y es campo abonado para las consignas sectarias y los dogmas de fe. El mero hecho de opinar empieza a ser peligroso, muy peligroso, si no se quiere ser blanco de los bienpensantes defensores de la libertad (sic). Una libertad que ellos propugnan hasta dejar las gargantas irritadas, pero que no asumen más que si las opiniones de los demás coinciden con la suya propia. Si esto es así, estupendo, en caso contrario no queda más remedio que "convencer" a la mayoría del modo que sea y sin reparar en el precio. De esto sabía mucho Ho Chi Min y otros líderes del populismo. Nada como un campo de re- educación para enderezar espíritus díscolos. Lamentable… ¡pero tan real que asusta lo cerca que llegamos a estar del enfrentamiento físico!
Hay que leer, señores, y hacerlo con la mente abierta, objetando lo subjetivo y procurando comprender los puntos de vista del contrario. Si no, el diálogo es imposible como forma de entendimiento. Y los colores están muy bien… para quien quiera tenerlos, pero déjennos en paz a los que no tenemos uno. Y aún más, no queremos tenerlo. Hace tiempo, mucho tiempo, adopté uno. Mi color fue el azul mahón, oscuro, símbolo de los uniformes que lucían obreros y campesinos. Color que denota esfuerzo, sacrificio y la voluntad de no dar ni un paso atrás en la defensa de los ideales. Terminé por abandonarlo porque me faltaba lo mismo que ahora denuncio aquí: comprensión del punto de vista diferente. Decidí entonces que no existía un único color que cobijase mi pensamiento, por lo que opté por no tener ninguno. Así que agradecería que los histriones libertarios no me asignen el opuesto al suyo, ni siquiera con el que se adornan. Yo elijo el que me gusta, cuando quiero, y lo mezclo con otros a mi conveniencia.
Hay que leer, señores, eligiendo bien lo que se lee. Y, por supuesto, seguir fastidiando al señor Pere Navarro a base de no tener ningún accidente con nuestras motos. A la carretera pues.

Honor Vincit