sábado, 26 de noviembre de 2011

La larga distancia entre el ser y el alma

No soy persona que alberga admiraciones futiles, sin embargo sí que profeso un interés de excepción por aquellas personas que convierten su vida en un decálogo de maneras interesantes para el resto, aún sin saberlo o, lo que es lo mismo, sin importarles. Algunos son virtuosos de lo que hacen, otros no y alguno más ni siquiera sabe si lo es. No importa, todos los que se afanan en datar en la memoria su paso por mi vida me producen una sosegada atracción que se convierte en algo muy parecido a la admiración. No importa si son famosos o anónimos, conozco a varios de estos últimos que ocupan un puesto elevado en mi particular escala, lo relevante es que lo que hacen lo viven como algo personal sin ser conscientes del impacto que ello causa en la gente de a pie, como yo.
Hoy he tenido el placer de leer dos fantásticos artículos en El País dedicados a otras tantas personas de las que me he referido: Jorge Semprún y Javier Pradera. Ambos pueden ser leídos en la edición de papel, siempre recomendable, o aquí:
Semprún y Pradera en Biriatou, por Patxo Uzueta
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Semprun/Pradera/Biriatou/elpepuopi/20111126elpepiopi_13/Tes

Cosas sin Contar, por Antonio Muñoz Molina

http://www.elpais.com/articulo/portada/Cosas/contar/elpepuculbab/20111126elpbabpor_8/Tes