lunes, 8 de marzo de 2010

Tolerancia VS sí misma

Vivimos en un mundo de extremos en el que hasta las personas más tranquilas suelen adoptar posiciones radicales. Basta con asistir a una cena con amigos para ver como las posiciones entre los integrantes suelen ser extremas, aunque no se manifiesten de forma estridente. La verdad es que la frase Hablando se entiende la gente me parece, cada vez más, una gran mentira. Lo normal es que nadie se entienda, sólo se termine el debate por un desencuentro profundo o por falta de argumentación adicional. Esto es así porque, para entenderse cuando se habla desde posiciones contrapuestas, dos personas deben tener:
  1. Voluntad de dialogar sin ofender, acusar o querer quedar por encima del otro.
  2. Voluntad de escuchar y entender al contrario para, si llega el caso, modificar el propio pensamiento.
Y estos dos requisitos, reconozcámoslo, no se dan casi nunca.
No seré yo quien deje de intentarlo, pero va resultando una tarea agotadora a medida que uno se va haciendo mayor. Por lo previsible del resultado, digo.