“Shadows
are falling and I've been here all day./ It's too hot to sleep, time is running
away./ Feel like my soul has turned into steel/ I've still got the scars that
the sun didn't heal./
There's not even room enough to be anywhere./ It's
not dark yet, but it's getting there.”
El hombre de la cazadora oscura apuró su café y
encendió un cigarrillo con un fósforo que a continuación desapareció aplastado
bajo una gruesa bota de medio tacón. Levantó la cabeza sin mirar a nada y
tampoco nadie pudo distinguir siquiera una mueca que delatase sus intenciones.
Guió el cigarrillo a sus labios y le dio una larga e intensa calada. Parecía
ajeno al paso del tiempo. Se quedó quieto, recostado sobre el quicio de la puerta,
forastero de lo que sucedía a su alrededor, decidido a prolongar un poco más el
descanso de su motocicleta. Quizá aquel lugar era la mitad de su viaje, o puede
que no, quien sabe. Alto y fornido, su rudeza contrastaba con la luminosidad de
unos ojos que sólo tienen los que todavía creen en dragones y princesas, en
elefantes dentro de las boas y en nubes de algodón.
“Well,
my sense of humanity has gone down the drain./ Behind every beautiful thing
there's been some kind of pain./ She wrote me a letter and she wrote it so
kind./ She put down in writing what was in her mind./ I just don't see why I
should even care./ It's not dark yet, but it's getting there.”
En el interior del bar la radio decidió emitir
un viejo tema de Bob Dylan y entonces sí, la atención del hombre de la cazadora
oscura se avivó súbitamente. Sin modificar su postura, su cabeza se irguió un
poco más, concentrándose en escuchar. Una nueva calada al cigarrillo dio paso a
una exhalación de humo blanco grisáceo que duró más de lo habitual. Nadie podía
saberlo pero, aún sin mover los labios, las palabras se iban sucediendo en su
boca. Y nadie tampoco alcanzaría a adivinar que el hombre de la cazadora oscura
llevaba el miedo como único equipaje.
Well,
I've been to London and I've been to gay Paree./ I've followed the river and I
got to the sea./ I've been down on the bottom of a world full of lies./ I ain't
looking for nothing in anyone's eyes./ Sometimes my burden seems more than I
can bear./ It's not dark yet, but it's getting there.
El cigarrillo, aburrido entre los dedos,
terminó por consumirse. Lo apagó, se ajustó el casco y arrancó. El Big Twin
ronroneó agradecido. El hombre de la cazadora oscura dio una suave palmada al
depósito, miró al horizonte por donde el sol empezaba a despedirse y nadie
escuchó la frase que emitió antes de alejarse, mientras Bob Dylan terminaba la
última estrofa. Pero ahí quedó, flotando en el viento: aún no ha oscurecido,
pero no tardará en hacerlo. Nadie había visto antes al hombre de la cazadora
oscura por allí y tampoco se le volvió a ver. Y, sin embargo, estuvo.
Super interesante!!!
ResponderEliminarMe encantó
ResponderEliminar