Asisto con pesar a lo que ha quedado de un movimiento espontáneo y frágil como fue el que dio inicio a un sentimiento donde la rabia ante la situación política y social desembocó en la ilusión de millones de personas frente a la posibilidad de que un cambio real fuera posible. Cuando me enteré de que la policía desalojó de malas maneras a los estudiantes que decidieron protestar en la Puerta del Sol de Madrid cogí la moto y fui dispuesto a mostrar mi apoyo ante lo que consideraba injusto. Fue un momento mágico. Yo esperaba a unas decenas de "indignados" y lo que me encontré fue que éramos miles los que nos concentramos allí de forma espontánea. Y al día siguiente más, y al otro muchos más. Y así nos encontramos durante muchos días, semanas. Miles de personas mostrando nuestro rechazo al sistema actual, a las condiciones que sufrían nuestros compatriotas, a la corrupción, etc. Sin colores, sin partidos, sin ideologías. Mi papel en aquella protesta fue… Bueno, eso no importa aquí. Lo realmente fundamental es como aquel movimiento global que clamaba por la libertad, solidaridad, igualdad y la democracia real se fue convirtiendo por mor de su gran tamaño en un reducto de grupos políticos que lo fueron arrimando hacia posiciones de izquierda. Ese fue su final. Previsible, cierto. En su momento formulé esa predicción y, por desgracia, no me equivoqué. El carácter asambleario no funciona cuando alcanzas un número determinado de miembros y tienes que dividirlas en pequeñas reuniones. Entonces son los elementos más radicales quienes comienzan a hacerse con el poder a base de descalificar públicamente a los que opinan diferente. Es la historia de la humanidad. Sé de lo que hablo porque estuve en distintas asambleas de barrio y fui uno de los damnificados por esas personas que claman por la libertad siempre que sea la suya.
Con el tiempo la realidad partidista marchitó la utopía de quienes apostamos por un movimiento sin ideologías caducas que dividen. Hoy, grupos como Podemos, con su líder levantando el puño, o Izquierda Unida, con su aspirante a secretario general aludiendo constantemente al 15 M, se presentan como los auténticos representantes de aquel sueño del que hoy muchos despertamos como si se tratase de la peor pesadilla posible. Qué pena.
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