Mucho se ha hecho apresuradamente en pos de la sustitución del motor de explosión por el eléctrico pero poco se ha reflexionado sobre las consecuencias.
Creí que ya no iba a leer a algún peso pesado de la industria del motor, o relacionada con él, hablar con claridad sobre los drásticos cambios que estamos viviendo en la automoción. Había perdido la esperanza hasta que recibí un comunicado de Solomoto con el extracto de una entrevista a Alberto Bombassei, presidente de Brembo, la compañía que fabrica frenos para las grandes marcas de coches y motos. Se le nota enfadado, aún más, decepcionado con el curso de los acontecimientos.
En dicha entrevista, Bombassei carga contra la precipitada conversión del motor de explosión al motor eléctrico con frases tan demoledoras como llenas de razón. Afirma que el cambio a eléctrico se ha hecho con demasiada prisa, sin tener en cuenta que alrededor de un millón de europeos pueden perder su trabajo por una ceguera institucional que no ha tenido en cuenta que, en sus últimas versiones, los motores diésel contaminan, en general, menos que los híbridos. Lo dice alto y claro porque sabe de lo que habla. Entre otros, Brembo trabaja con todos los grandes grupos alemanes en coches que no se lanzarán antes de cinco años. Adelanta que uno de ellos está preparando 30 nuevos modelos que incluyen híbridos y eléctricos sin tener idea de cómo será el mercado dentro de cinco o más años. Esta es la seña de un cambio tecnológico que no ha tenido la suficiente reflexión política y ante el cual la industria se ha mostrado tibia en sus objeciones.
El cambio no hay quien lo pare, por lo que parece, pero ¿alguien se ha preguntado qué va a ocurrir en un mundo donde la producción eléctrica no puede garantizar la producción suficiente para atender una demanda masiva? ¿Alguien ha tenido en cuenta el problema que va a generar el reciclaje de millones de baterías dentro de unos años? Lo llaman energía limpia pero la realidad es que la producción eléctrica genera una alta contaminación en ríos y mares.
Ahora que se va a incrementar por mil, ¿cómo va a afectar al medioambiente? Parece que salimos de una y nos metemos en otra de cabeza. Cambiamos un problema por otro con el ya veremos lo que ocurre mañana como seña de modernidad y parece que, según señala Bombassei, la implantación de los vehículos eléctricos está promovida por los grandes grupos de energías eléctricas “que no tienen en cuenta ni el impacto ambiental real de los motores de última generación, ni el suministro de electricidad de la red, ni la eliminación de las baterías”. Y, ante esto, Europa reacciona como el mono que recomienda oír, ver y callar. Precisamente por esto, el presidente de Brembo sentencia: “Una vez más Europa demuestra ser un gigante industrial… y un enano político”.