viernes, 16 de marzo de 2018

Colaboración en Ruta 608 Radio. Desde el minuto 35.


 
Tras mi intervención de la semana pasada hoy tenía previsto hablarles de cosas de motos, que es de lo que va este programa de radio. Hay muchos temas que comentar. Podría informarles de como discurren las negociaciones de las asociaciones de motoristas con el Ayuntamiento de Madrid o de mis impresiones sobre Moto Madrid, celebrado el pasado fin de semana, y la insensatez de que concurran el mismo año y con sólo un mes de diferencia dos grandes salones de la moto en nuestra ciudad. También tenía previsto hacer un comentario sobre los nuevos radares compactos, llamados Velolaser, que son fácilmente transportables y se pueden enganchar en casi cualquier superficie. Unos aparatos que, dicho sea de paso, han pintado de verde para dificultar su avistamiento y que han costado la escalofriante cifra de 14.339 euros cada uno. Como les dije hoy quería hablar de todo esto pero la verdad es que no tengo ninguna gana. Antes que motorista soy persona y como tal no soy ajeno a las cosas que ocurren a mi alrededor. Siempre hay malas noticias, es cierto, pero algunas calan más hondo que otras y no estaba preparado para el fatal, para el terrible desenlace que ha tenido la desaparición del pequeño Gabriel Cruz. La tragedia que envuelve su asesinato y el descubrimiento de que fue la novia del padre quien se convirtió en su verdugo me ha revuelto algo más que las tripas. Durante dos semanas vivimos con angustia la desaparición de este pequeño y nos negamos a aceptar la previsible realidad de que pudiese estar muerto. Al menos yo confiaba en que sucediese el milagro y pudiese ver aparecer esos ojos alegres por televisión. Al final no ha sido así y la tristeza me invade dolorosamente. Ante noticias tan duras no me quedan ganas más que de patalear y gritar en silencio. El mismo silencio sobre el que descansan los restos de Gabriel cuya alma se encuentra lejos de aquí, alejada del sufrimiento que tuvo que padecer.
Rodalquilar, Las Hortichuelas, Puebla de Vícar o Las Negras son lugares que no me son ajenos. Varias veces recorrí esa parte de Almería con mi moto cuando he bajado a San José y lo hago cada año desde 2005. Estar en Almería significaba alegría, amigos y mucho rock’n’roll con gente a la que aprecio. Desde el lunes también habrá un espacio para la tristeza. Porque la rabia se pasa pero la aflicción no se marcha nunca.
 

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