Hace
ya casi un mes que La Bonita duerme sin descanso en el garaje de casa. El paso
por el taller no ha sido todo lo rápido que esperaba y el dolor me impide
todavía llevarla de paseo como se merece. No recuerdo la última vez que pasó tanto
tiempo sin que pudiese montar en moto pero debió ser hace mucho porque estoy
que me subo por las paredes. Shit happen!
Sin embargo la convalecencia me ha permitido recuperar otras cosas que tenía,
si no olvidadas, sí postergadas. Entre ellas leer más de lo que acostumbraba en
los últimos tiempos. Varias son las obras que han sido devoradas durante este
mes pero quédense tranquilos que no es mi intención escribir un artículo sobre
ellos. Lo que sí quiero resaltar es que me resulta curioso la cantidad de aspectos
que tienen en común literatura y motos. Cuando abres una novela es como si
accionaras el acelerador suavemente para dejar que el motor de la historia te
vaya llevando por kilómetros llenos de letras hasta las más increíbles
aventuras, los romances más apasionados o las batallas más sangrientas. La
literatura nos permite soñar, imaginar, emocionarnos… ¡Vivir! Al menos para mí
ha sido una vía de escape durante todas las etapas de mi vida. En moto he
recorrido carreteras de casi toda España y media Europa, he visto parajes
increíbles y conocido personajes dignos de mención; con los libros he visto
cosas que tú ni imaginarías, he amado a mujeres hermosas y algunas realmente
peligrosas, he estado al borde la muerte infinidad de veces y he tenido que defender
vida y honra en varios duelos de honor. Moto y letras caminan de un modo
paralelo en mi vida y por eso, cuando emprendo un viaje en moto siempre viaja
conmigo una novela… y un cuaderno. Leer y escribir me son tan imprescindibles
como rodar y en estos momentos de
orfandad motera me refugio en ellos para huir de la podredumbre moral que nos
rodea. Espero que esta situación se resuelva rápidamente porque el sofá de mi
salón es cómodo, sí, pero añoro el sillín individual de mi Harley y necesito
escuchar el ronroneo del big twin al ralentí. En fin, toca rezar y esperar
mientras ataco “Danzas de Guerra”, el recopilatorio de cuentos, odas y poemas
de Sherman Alexie que mi hermano
Víctor me regaló al salir del hospital. Curioso, comienza a sonar la excelente
versión de The House of the rising sun que
The White Buffalo hizo para cerrar la
cuarta temporada de la serie Sons of Anarchy. Le han cambiado la
letra para ajustarla a la mujer de Jax
Teller, el protagonista. Empieza así:
There is a
house in Charming town / They call the rising sun.
And it’s been
the ruin of many a poor girl / and me oh God I’m one.
Y así termina:
And me I wait
in Charming town/ to gain my loveless one
I’m staying
here to end my life/ down in the rising Son.
Para el resto, ya saben, Google y YouTube. Que la disfruten.