Me mueve la piedad en la respuesta porque apena mi alma ver que su ilustrísima persona ha caído en el marasmo de sentimientos ofuscados que que se mecen al ritmo caprichoso del vaivén de los acontecimientos. ¡Qué infortunio! Con lo que usted ha sido y en lo que ha quedado...mendigando unas pocas gachas para su cerdito, metáfora válida en ambos casos. No siga arrastrando su desesperación por la red, querido amigo, y regrese al mundo de las buenas intenciones y de la razón imperativa sin tapujos. Usted ya luce lustroso el cochino animal en su aleta ¿qué más quiere? Otros lo llevamos en el nuestro particular en forma de adhesivo y no marraneamos con absurdas peticiones de reconocimiento que sólo están destinadas a alimentar el ego de quien las reclama, nunca del noble animal, quien no tiene culpa de los desatinos de su amo y señor.Dedico aquí , pues, unos versos infames, tan nefastos acaso como su reclamación. No puedo decir el autor porque lo desconozco; el indeseable tuvo a bien hacerlo anónimo para no tener que soportar pública vergüenza de por vida, cosa que su buen juicio podía haberle recomendado si usted mismo no le hubiese abandonado a su suerte en el oscuro desván de la sinrazón. Ahí van:
Esto que hace usted aquí, sopor, espera,
sueño largo y espeso, dulce hastío,
cansancio de vivir, libre albedrío,
progresismo en conserva que prospera...
Esto, amigo, es estar dentro y fuera,
de cal y arena, de calor y frío,
tertulia de palmada y desafío,
esto es medrar, es más, esto es la pera.
Cita en un parlamento anterior al admiradísimo Von Clausewitz, así que le devuelvo la cortesía en las palabras de Tsun Tzu, inspirador de aquel:
El que sabe cuando puede luchar y cuando no, saldrá victorioso.
No es éste su caso, evidentemente. Se ha enfrascado usted en una batalla que sólo consigue desenmascararle como impostor de la verdad, apóstol de la nadería y filosofante barato. Buhonero de la palabra, su charlatanería limita con el sentido común, sea lo que sea.
Envíole un documento gráfico por si desea también emprender reclamación alguna contra el autor de la idea o bien someterse a cirugía para asemejarse al look marrano tan celebrado por usted, que en estos momentos cualquiera se aventura a pensar lo que pasa por su enajenada mente.
Por último, tengo a bien referirme a nuestra cita pendiente. Este mismo sábado podré complacerle, si lo desea, proponiendo Bonneville como lugar de encuentro pero dejando bien claro que los costes derivados correrán de su cuenta. ¡No me sea amarrete, señor mío! Unos pocos níqueles causarán poco quebranto en su bien satisfecha economía y ¡qué demonios! Le toca.
Suyo afectísimo,
Por último, tengo a bien referirme a nuestra cita pendiente. Este mismo sábado podré complacerle, si lo desea, proponiendo Bonneville como lugar de encuentro pero dejando bien claro que los costes derivados correrán de su cuenta. ¡No me sea amarrete, señor mío! Unos pocos níqueles causarán poco quebranto en su bien satisfecha economía y ¡qué demonios! Le toca.
Suyo afectísimo,
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