Vivimos tiempos difíciles, extraños y confusos, en los que el disparate se adueña de un sentido que, desgraciadamente, lo convierte en común. Son momentos donde triunfan los memos -y las memas- a base de intentar transformar nuestra cultura, nuestra forma de ser y de vivir, nuestra lengua, a base de decretos de sospechoso tufo personalista que regulen por Ley lo que la razón les niega. Somos el hazmerreír de Europa entre bobos y calambucos, farsantes disfrazados de reyes midas que prometen convertir en el oro progresista todo lo que tocan, aunque el traje confeccionado a la medida de su incapacidad lleve cinco millones de puntadas sin hilo. La sombra de la incertidumbre se cierne sobre nuestro hogar común sin que el nuevo panorama político pueda otorgarnos siquiera un halo de luz que fabrique el sueño de nuestro futuro. Los voceros de la insidia claman por un nacionalismo radical a falta de que nadie les encare la contraria de la verdad, no es políticamente correcto. Los ahorros de millones de españoles penden de un hilo tan fino como el de pescar, pero mucho menos resistente. El ladrillo ya no vale y casi te regalan uno, sin gastos de envío, remitiendo una tapa de yogur porque la especulativa inflación del suelo ha explotado en la cara de los más débiles. Cientos de miles de personas claman por una democracia real mientras los poderes políticos parecen haberse quedado sin oídos. La primera casa del país se ve envuelta, una vez más, en un escándalo de comisiones y prebendas que avergüenza al mismísimo Barrabás. El jacobinismo ha desterrado al diálogo y el consenso en forma de prohibiciones porque sí. Las ayudas sociales se han recortado hasta límites increíbles con el simple – y barato- hecho de no darlas. La Justicia ofrece un día así y otro también motivos para pedir asilo moral en otro país, sin que quien puede hacerlo tome al toro por los cuernos. Quienes deberían servirnos y ser responsables de encontrar puntos de encuentro, de unión, se lucran a base de enfrentarnos con argumentos pueriles. Hemos descubierto que la Policía puede golpear con saña a una joven, a su novio y al fotógrafo que testimoniaba la ignominia con su cámara sin que les cueste la placa. El sistema económico que nos mueve se ha demostrado falaz e injusto, se han tolerado multimillonarios negocios piramidales, el crédito a las PYMES brilla por su ausencia, los Bancos se han convertido en la principal inmobiliaria de España y sus directivos y familiares se ven favorecidos con chivatazos para quedarse con los mejores inmuebles a precios de saldo. Después de años de protesta nuestras carreteras siguen plagadas de cuchillas asesinas para los motoristas y, en cambio, el gobierno nos premia con un reglamento absurdo e inútil que roza el absurdo característico del dadaísmo. En fin… dejen que respire un poco porque según escribo este artículo me están entrando ganas de salir a la calle a liarme a guantadas, yoyas, mamporros o leches, como prefieran. La cuestión es que la cosa pinta más negra que una reunión de harleys. Lo único que me tranquiliza, lo que yo tengo a favor, es que la mía es azul claro, luminoso. ¿Será una señal o más bien es una estratagema del destino para convertirme en el hazmerreír de los cínicos? Veremos…
Que gusto hijo...... ya te podías enfadar mas a menudo.
ResponderEliminarBien, bien y requetebien.... hasta el chiste malo je je .Enhorabuena bichito, me encanta cuando te pones poco diplomático.
Flying chirla
... solo falta Iñaki aquí...
ResponderEliminarun abrazo