lunes, 12 de abril de 2010

TRES PALABRAS (ChopperOn, abril 2010)

Era tarde, muy tarde, pasada la hora nona, cuando el articulista se sentó frente al escritorio, dio un sorbo a la taza de café y encendió un cigarro, como de costumbre. Era un ritual que jamás se saltaba. Sorbo de café y cigarro antes de coger la pluma y enfrentarse a la primera de las hojas inmaculadamente blancas que esperaban, perfectamente ordenadas, delante de él.

Estaba preocupado porque unos minutos antes el editor de la revista le había reclamado el artículo mensual, acortándole en siete días la fecha de entrega. Sentado allí, no tenía ni idea de lo que pensaba escribir y un amago de pánico alteró su calma habitual por unos pocos segundos. Una nueva calada señaló el inicio del proceso de pensar en algún tema sobre el cual escribir. Esta vez no tenía ni idea de qué debería abordar. Normalmente manejaba una pequeña libreta gris, gastada por los bordes, en la que apuntaba aspectos que le resultaban interesantes, luego, la pluma dibujaba una composición de palabras que encadenaban su opinión sobre cualquier aspecto de la realidad. Pero esta vez la libreta no pudo ayudarle porque llevaba días sin anotar nada en ella, así que hoy se encontraba solo, huérfano de recursos, y dio una calada de gracia al cigarrillo antes de aplastarlo inmisericorde.

Las hojas, desafiantes, le retaban a iniciar al duelo regular pero él hizo como si las ignorase, cada vez más nervioso y preocupado por la ausencia de las musas. Decidió que sería bueno distraerse mientras permitía que su mente volara libremente en busca de la inspiración esquiva. Eran muchos los temas que la actualidad le ofrecía, pero ninguno motivaba su interés. ¿De qué iba a escribir? ¿De la próxima subida del IVA que empobrecería más aún la economía de los ciudadanos? ¿De los escándalos de corrupción en las Baleares que avergonzaban la dignidad de un pueblo cada vez más humillado por la corrupción? ¿De las campañas encargadas -¡y pagadas- por la Comunidad de Madrid que prometían ser una tapadera de financiación ilegal? ¿De la fractura social que estaba creando el caso del juez Garzón? ¿De la persistencia del gobierno en insistir sobre la denominada “memoria histórica” –o histérica- y la memez de desenterrar los viejos fantasmas de la guerra civil en lugar de hacer una ley que reconozca de una vez por todas los derechos de los combatientes en esa estúpida contienda, y con ello las indemnizaciones o pensiones que corresponda? ¿Del empeño de los dos grandes partidos en bloquear el debate sobre la injusta y antidemocrática ley electoral?

Eran tantos los temas sobre los que podría explayarse que decidió plasmar sobre el papel su opinión sobre todos ellos. Encendió un nuevo cigarro que depositó inmediatamente en el pesado cenicero de bronce y desenroscó la pluma lentamente, al igual que el duelista haría con su espada. Observó detenidamente el filo de la punta, cogió el cigarro y le dio una calada profunda, dejando que el humo invadiese por entero los pulmones y entonces permitió que la pluma acariciase con dulzura el folio, dejando un rastro de tinta a modo de triunfo. Fue un instante, apenas unos segundos. Aliviado se echó hacia atrás para observar lo que había escrito y sonrió mientras leía en voz alta las tres palabras que reunían todo el significado de su indignación:

- ¡Que os den!

Y firmó para no ceder jamás a la tentación de desdecirse.

3 comentarios:

  1. Qué bueno eres. Qué cacumen tan generoso que nos regala estas ocurrencias. Qué retrato transmites cada vez que nos escribes. Qué peloteo más soso te estoy lanzando. Así que, ya.

    Me recuerda mucho a esas mañanas templaditas de finales de invierno, cuando ya se respira algo de flor y uno entra en clase, le miran las alumnas con su variopinta gama de intenciones y ¡putufluaf!: uno va y se queda en blanco.

    No por las miradas de las alumnas, no, que ellas cometen su obligación permaneciendo atentas. Y qué mejor señal que mirar atentamente, ¿ein?

    No. Me refiero a uno que va y olvida instantáneamente todo el tocho, ladrillo, muermo, etc. que tenía pensado exponer con su acostumbrado método de lo natural cuanto más sencillo, más inteligente.

    Cuando eso pasa -y pasa a veces-, esos segundos de pánico atroz son devastadores. No desvelo, porque lo conoces, tú, maestro, el amplio escaparate de trucos para sacar a delante el tajo.

    Gran abrazo,

    Luis Cevallos-Escalera

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  2. A delante, no. adelante. Errata, lo siento.

    Signvm vt svpra.

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  3. Agradecido, como siempre, por tus comentarios, Luís.
    Un abrazo

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