Un cuaderno de viaje por la ruta de la vida con la única pretensión de compartir lo que pienso, lo que me gusta, lo que me ocurre, lo que siento... Aprender cada día algo con los ojos bien abiertos.
lunes, 26 de abril de 2010
Qué pena de país...
Ayer sentí tristeza al ver la portada del periódico. Una foto mostraba la legítima protesta de un grupo de ciudadanos bajo distintas enseñas de la bandera tricolor republicana. De todos los sentimientos que pude experimentar al ver esa foto, uno trascendió sobre el resto.Me dio por pensar que a lo mejor nos han mentido todos estos años y que la reconciliación nacional ha sido un embuste más de los que manejan los hilos del poder. Cuando alguien enseña una bandera bicolor con el escudo arropado por el águila inmediatamente es considerado fascista, pero cuando es al contrario y luce los colores republicanos es perfectamente admisible por progresista y libre pensador. ¡Qué pena que tras treinta y tantos años todavía usemos banderas para separarnos. Ya no sé cuantas Españas hay, si hay dos o doscientas. Lo que sí he leído es que hubo un gran enfrentamiento en nuestro país cuando media España provocó a la otra media. La verdad es que no me gustaría que se repitiese, aunque la Historia nos demuestra dolorosamente que las estupideces de los hombres vuelven una y otra vez. Quosque tandem abutere...
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... Zapatilina patientia nostra. La verdá es que las tres banderas en liza son constitucionales y que ninguna de las tres es anticonstitucional, es decir, enemiga de la Nación. Obsoleta o abolida, quizá.
ResponderEliminarLa republicana está ahí aceptada por la constitución que engendró la II República, por lo tanto, legal y tras la guerra civil, abolida.
La del pollo, muy del gusto imperial o imperioso del Régimen, figura en la Constitución que nos rige y, es más, es la que está impresa en el ejemplar original porque entonces no se había adoptado la actual, con el escudo Real. Y nunca ha sido abolida, que yo tenga noticia.
Y la actual, dicho queda, es la vigente que no constitucional o no.
Aclarado el tema de los trapos, otra cosa muy mucho diferente es constitucionalizar el senso político de algunos ciudadanos ávidos de ganar una guerra que perdieron y de encarcelar a aquellos que les torturaron y asesinaron, olvidando muy prudente, más aviesamente, sus propios triunfos y héroes -alguno aun coleando por las ondas mediáticas- en el campo del Maligno.
Si echamos la vista hacia atrás, vemos que en los últimos 200 años nos hemos batido el cobre y sacado las entrañas entre nosotros no menos de cinco veces y no aprendemos nada:
Guerra de la Independencia donde en ambos bandos hubo cantidad de españoles afrancesados y no y cuya crueldad refleja gráficamente Goya y literariamente la ingente cantidad de cartas escritas con espanto por los franceses a sus parientes. Los que no se afrancesaron tuvieron que tragar con las ínfulas e intereses británicos que apuntaban hacia América con deseo feroz.
Nada menos que tres -sí, tres- guerras carlistas cuyo nombre no esconde tres conflictos civiles.
Y la guerra civil del 36.
Incluiría hechos tan espantosos entre estas muestras la Semana Trágica y la Revolución de Asturias porque no por desarrollarse en pocos días dejan de suponer un enfrentamiento facineroso terrible.
Desde mi silla que da vueltas y tiene ruedines, espero que no me alcance la siguiente. Y los hechos, aunque no las circunstancias, se asemejan alarmantemente a los de principios de los 30 pasados.
Gran abrazo, gran amigo.
Luis Cevallos-Escalera
Siempre certero en las apreciaciones y mesurado en las formas. Un placer, man.
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