No sé por qué me viene a la memoria uno de los pilotos más desconocidos y sin embargo más importantes de la historia del motociclismo español. Un piloto que murió cuando era serio candidato a conseguir el campeonato mundial de velocidad en 250cc. Me refiero al gran Santiago Herrero, que falleció el 10 de junio de 1970 mientras disputaba el TT de la Isla de Man. La curva Westwood lo reclamó para sí cuando iba tercero tras Carruthers y Gould. Falleció 2 días después en el Hospital Nobles de Douglas, capital de la isla. Desde entonces, la Milla 13 permanece en la memoria de los motoristas españoles como un símbolo fatal pero con la gloria de haber sido la que derribase al gran piloto, jinete de los sueños propios y la esperanza de muchos incondicionales.A veces creo que la isla reparte una justicia caprichosa dejando que salgan vivos buenos pilotos y llevándose seguramente a los
mejores. Sin duda alguna Santi fue uno de ellos y su espíritu recorre una y otra vez el circuito a lomos de la mítica OSSA monocilíndrica de válvula rotativa.
Para él el TT era la carrera más importante del mundo. Suponía su tercera participación y ya había sido tercero el año anterior.
Por eso, su ilusión era inscribir su nombre en el Olimpo de los
ganadores. No pudo ser y su alma quedará prendida para siempre a la leyenda y la magia que la Isla de Man tiene por derecho propio. Ballaugh Bridge, Sarah's Cottage, Goose Neck, Bungalow o Creg Ny Baa son nombres que le resultaban tan familiares como su propia casa y ahora, tras haber tenido la suerte de recorrerlos a lomos de mi Road King, también los son para mí.A pesar de ser relativamente conocido en su época, Santi no lo es tanto para los actuales y creo firmemente que conocer la historia nos hace mejores y más sabios. Por eso reivindico desde
estas líneas su nombre y su memoria, pero también la de todos aquellos pilotos anónimos que lo han dado todo por esta carrera reservado exclusivamente a los más valientes.
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