© Chafino
Las lágrimas del cielo han terminado por apagar el sol.
De mi corazón.
A cada sonrisa, un llanto.
A cada risa, un lamento.
Por el error de ser uno y el mismo.
Por la furia de la insurrección.
El amor perdido ahoga el amor presente.
Y la risa de los inocentes aumenta mi congoja.
Víctima fui, y soy, de los errores futuros.
Ciego en el país de los tuertos.
Amargado en la fonda de los risueños.
Carne podrida en la hamburguesa de la felicidad.
¿Por qué seguir siendo como soy?
Joder Fernando
ResponderEliminarme dejas de piedra.
Me hubiera encantado escribirlo y no me importaría firmarlo, pero para eso debería tomarme la molestia de ponerme a escribir, y hacer el esfuerzo de observar, sacar y oxigenar mi propia mierda hasta que que quedara expuesta de forma que todo el mundo pudiera sentirse una mosca oriunda en ella. De momento, no ha habido huevos.
Estos poemas tuyos me recuerdan a una casquería que hay en el mercado de Maravillas. Es el sitio más limpio que he visto en mi vida (y he pasao por 4 quirófanos). Los callos y otras menudencias parecen sábanas recién lavadas, planchadas y almidonadas. Hay pocas nubes en pocos cielos tan blancas y radiantes. La vista y la mente se hacen un lío, pero al final lo que queda es una sensación de vacío que hay que llenar. Y para los que tragamos mierda, el vacío es un punto de partida chungo, pero el mejor final posible del viaje.
Un abrazo
Aún así eres un tipo de los imprescindibles en la vida, por lo menos en la mía, amigo.
ResponderEliminarNo cambies tu esencia, solo tu ánimo.
Abrazote.
Idem.
ResponderEliminarTu voz es callada cuando gritas
ResponderEliminary en tus amargas palabras
un trino de esperanza
silba en la mañana
Un abrazo cariñoso a este oso amoroso que eres