No resulta sencillo mantenerse como la concentración de referencia en el panorama custom español durante tres décadas. Recogiendo el legado de los Crazy Brothers, los chicos del Big Twin HDC han conseguido sobreponerse a unos años difíciles para volver con más ilusión y fuerza en la Concentración Harley-Davidson con más pátina de nuestro país y uno de los más reconocidos fuera.
Hace
30 años no tenía ni la menor idea de que un grupo de amigos habían planeado
reunirse un fin de semana en torno a sus dos aficiones favoritas, la cerveza y
las motos, y para ser totalmente sincero tardé algunos más en enterarme que ya se
habían celebrado varias reuniones anuales. Mis “encuentros“ con aquellos
tiempos se debe en gran parte al libro “Bikers”, donde García Alix hace un
magnífico retrato del minoritario mundo custom
de entonces. Cuando miro las fotos pienso que me hubiese gustado vivir esas
reuniones donde lo principal era lo más esencial, sin concesiones a nada que no
fuese lo estrictamente necesario para compartir unos días con los iguales.
Intento imaginarme el escenario que se escapa al objetivo; el pinar desnudo con
espacio suficiente para que montura y biker tuviesen su propio espacio sin
molestar ni ser molestados; la cara de los lugareños de El Grao al ver pasar
esas máquinas infernales, quizá atemorizados por la inquietante apariencia que
gastaban sus jinetes, más propia de un mensajero del Averno que de personas que
sólo buscaban la unión con un pequeño grupo de colegas; la réplica un tanto
chusca de la “Capitan América” que lucía uno de los organizadores, pero que por
aquel entonces llamaba poderosamente la atención. Me provocan interés varias
fotos de ese libro, en concreto hay una que a mi entender resume el puente que
une aquellos días con los que nos toca vivir hoy. En ella un joven se encuentra
sentado sobre su Heritage Softail con
los pulgares en los bolsillos, en actitud que a muchos les puede parecer
desafiante pero que a mí me resulta franca, auténtica. El personaje en cuestión
mira fijamente a la cámara y sus ojos parecen decir soy motorista, monto una
Harley-Davidson y éste es mi sitio… ¡Me da igual lo que pienses! Ese chico
rompe el look generalizado del resto de imágenes del libro y, sin embargo, en
absoluto está fuera de lugar. Todo al contrario, para mí significa el por qué
la Concentración de Castellón ha sido durante estos 30 años un símbolo
irremplazable de los amantes de la moto de Milwaukee.
Desde los grupos organizados hasta el que gusta decorarse la espalda con un free biker, desde el cuero hasta las
alpargatas, desde el negro mate hasta el azul claro… Aquí caben todos los
gustos, todas las actitudes, todas las formas de entender una afición
común. Esto es El Grao, amigo.
Bienvenido al lugar donde la leyenda se construye año tras año.
Esta
edición se ha celebrado con gran éxito el trigésimo aniversario de la
concentración Harley- Davidson más antigua y grande de España, descontando las
que organiza la marca desde hace pocos años, en la que vengo participando con
regularidad desde 1997. Tras casi 15 ediciones la he visto pasar por distintos
periodos en los que hasta llegué a temer por su continuidad. Afortunadamente la
reciente edición le ha devuelto el orgullo a la ciudad que a más de uno he
escuchado definir como la California de Europa. No sólo ha vuelto a alcanzar
cotas de participación pérdidas años atrás, más de 4.000 motoristas han venido
desde todas partes de España y varios países de Europa a deleitarse con los
atractivos que esta reunión y el lugar que la acoge ofrecen, lo que la ha hecho
especial es la alegría que se respiraba, las ganas de pasarlo bien que traían
en las alforjas los forasteros. Una concentración es lo que la gente que
participa quiere que sea. Si en los últimos años esas ganas resultaban
forzadas, en esta ocasión se notaban sinceras. Desde el jueves por la noche en
la fiesta que oficiosamente inaugura la concentración en La Pacheca se respiraba
un ambiente especial que concedía tregua a los sinsabores de la realidad. Al
menos lo que pude percibir desde el mismo momento en que llegué y me fundí en
un abrazo con Caballo, sin apenas bajar de la moto, fue que el buen rollo sería
santo y seña para cada día, para cada lugar donde se celebrase algún evento de
la concentración, este año más abierta que nunca. Sin duda, el preludio de unos días magníficos donde todo
funcionó a la perfección. El Pinar, acogedor, como siempre, aunque en esta
ocasión añoré al hombre de los cuchillos con el que cada año pasaba un rato de
charla. El Belumar, magnífico, un sitio fantástico a pie de playa, acunado por
el sonido del mar, donde la hora del aperitivo se hace interminable y más desde
que desde el año pasado se inauguró el concierto del sábado, entonces a cargo
de Chopperon.es y esta vez manejado por el Big Twin. El Bike Show organizado por esta revista, a mi entender, con
un excelente nivel en cuanto a participantes y motos que resultó a la
perfección. El arroz a banda de Casa Juanito… sin palabras pero con todo el
sabor en el recuerdo. Y las horas y horas de risas entre copas o carajillos,
impagables. Estas son las razones por las cuales me gusta tanto ir a Castellón.
Porque todo sale bien. Porque todo sabe bien. Porque todo suena bien.
Castellón
es más que motos, más que Harleys. Castellón es Vero, Rizos y Vicente y el
resto de miembros del Big Twin. Castellón son los Get Monkeys que reparten alegría por donde van (genial su freno de
tambor en la moto que presentaron). Es de The
Horse Crew, Caballo y Jaime “Chopper
James” (enorme alegría volver a verte sobre la moto, man). Son Sara y
Luismi, de La Cabeza Motorcycles, cuyos shovelheads
son merecedores de ser presentados a concurso cada año. Son Vic, EzMan, David, Cascoscuro, Adolfo y Ángel Caparrós, que
ponen una nota de calor con su especial humor. Es Belén, su hospitalidad y ese
pastel de carne que nos devuelve el ánimo al llegar a casa por las noches.
Castellón es mi compañero de viaje, JuanDa “Gas” (siempre es un placer viajar
contigo, bro). Castellón es que yo,
recientemente desembarcado de la tripulación, escriba esta semblanza
simplemente porque me apetezca contarlo. Castellón es lo que uno busca en una
concentración: amistad. De eso van sobrados.
Excelentes palabras man!!!
ResponderEliminarGracias,man.
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