Ahora que sabemos que las democracias occidentales han vendido sus principios por las treinta monedas de financiación de una China que no reconoce los Derechos Humanos, ni la libertad de prensa y opinión, y que incluso Hillary Clinton la denomina “nuestro banquero”; ahora que sabemos –gracias Wikileaks- que nuestros gobiernos dedican sus esfuerzos a ningunearnos y a demostrarnos cada día que les importamos un comino; ahora que sabemos que los Bancos se mantienen en un “monopoly” ficticio; ahora que sabemos que Obama es el mismo perro con distinto collar y que la ilusión que nos vendió era sólo una falacia; ahora que sabemos que el adobo de choteo lo pone la Justicia de nuestro país, permitiendo (por ejemplo) que las imputaciones contra Carlos Fabra corran a través del tiempo hasta verse prescritas; ahora que sabemos que el gobierno de nuestro país es incapaz de decir una verdad aunque le arranquen la piel, que la actitud social de algunos ministros se circunscribe a nombrar a dedo a sus amigos para ocupar altos puestos en la administración y que el cinismo parece ser su gloriosa divisa para la Historia; ahora que sabemos que las previsiones de riesgo económico para España se ven aumentadas, debido, entre otras cosas, al enorme gasto que la estúpida política de comunidades autonómicas trae consigo; ahora que sabemos que el sueldo medio de los funcionarios es mucho mayor que el que pensábamos y que su número, comparado con el resto de población activa, resulta insultante; ahora que sabemos que nos ahogan cada día un poco más con subidas de bienes primarios como la luz y el gas, a pesar de que las grandes compañías anunciaron beneficios de escándalo; ahora que sabemos que a los que nos hemos dejado la piel pagando precios abusivos por nuestras viviendas -y jugosas hipotecas a los que nos han sumergido en esta vorágine de caos y miedo - nos condenan a perder el dinero invertido con sudor y esfuerzo al eliminar las desgravaciones por compra de casas, y con ello la posibilidad de que haya nuevos compradores, a pesar de que el catastro y las tasas municipales no hayan disminuido nada; ahora que sabemos que la nueva ortografía nos obliga a renunciar a lo aprendido a la hora de redactar (pido disculpas porque no sé si estoy puntuando y acentuando correctamente); ahora que sabemos que Pere Navarro no ha modificado un ápice su aprecio por la integridad de los motoristas y siga mofándose de nuestras desgracias en los telediarios; ahora que sabemos que nada va a cambiar… ¿a quien se le puede ocurrir felicitar el nuevo año?
La verdad, la indignación hace que enrojezca de ira y que en cada poro de mi piel germine la idea de una revolución social que ponga las cosas en su sitio, pero luego miro a mi alrededor y veo los dóciles corderitos en que nos hemos convertido y… ¡nada que hacer! Los sueños de un mundo justo perecieron incluso antes de ser concebidos, así que me voy a dar una vuelta en moto, procurando no dar una satisfacción al señor Navarro en forma de fría estadística de motorista accidentado. Eso es lo que os deseo para este año, que fastidiemos al Ilustrísimo Director General de Tráfico dejándole sin un solo accidente de motoristas del que volver a burlarse ante las cámaras. Y que se joda, qué coño.
Honor Vincit
En parte de acuerdo...pero no es nada nuevo, desde que el mundo es mundo hay corrupción,malversación de fondos, la riqueza está en manos del 20% de la población...nosotros abrimos el grifo y tenemos agua...pero hay poblaciones enteras que no saben ni lo que es tenerla...el mundo nunca fue justo, ni existe Camelot...la única diferencia es que ahora lo sabemos???...yo creo que se supo siempre, sólo que no nos interesa verlo...
ResponderEliminarPero a pesar de todo eso las cosas cambian cuando la gente quiere que cambien, y cada aportación es importante..y el sueño de un mundo justo no morirá nunca...
Y el Sr. Navarro..un imbécil..pero no como insulto..como diagnóstico..
Ruth