lunes, 31 de agosto de 2009

Dios salve a los inconformistas (ChopperOn, agosto 09)


El otro día vi en el cine “Radio encubierta”, una película ambientada a mediados de los 60 que trata de un barco/emisora pirata, repleto de unos pintorescos DJ’s, que emite 24h de música para Gran Bretaña desde el Mar del Norte en un tiempo en el que la BBC sólo emitía 2 horas de r’n’r a la semana. Se trata de una historia que combina un hecho real con una trama de ficción y que cuenta con una BSO a-b-s-o-l-u-t-a-m-e-n-t-e genial, con delicias como Stay With Me, This Old Heart Of Mine, Hang On Sloopy o My Generation. Lo increíble es que, a pesar de estar prohibidas, ese tipo de emisoras la escuchaban 25 millones de personas, más de la mitad de la población británica en aquel momento.

La verdad es que la historia me hizo pensar en cuanto debemos todos a los iconoclastas, aquellos que rechazan las rígidas - y a menudo estúpidas- normas y modelos de la sociedad. No sólo hablo de música, también me refiero al pensamiento, la ciencia o el arte. Gracias a ellos nos hemos cuestionado teorías absurdas; hemos imaginado mundos reales y formas de viajar posibles; hemos disfrutado, sufrido, gritado, llorado, emocionado y vivido experiencias alucinantes, cada uno las suyas, por supuesto.La rebeldía ante lo establecido ha propiciado la aparición, por ejemplo, de uno de los movimientos estéticos que más me gustan, en cuanto a motos se refiere: las choppers. Cortar para eliminar lo superfluo, modificando la apariencia para adaptarla a un gusto extremo, me parece un gesto inigualable de rebeldía y autoafirmación de la revolución social. Hoy, tras ocho lustros de experiencia, sigo admirando las máquinas que muestran sin ambages su descaro con un punto de soberbia. Las veo y me siento identificado con su decálogo invisible que provoca tanta amistad como rechazo en otros. Eso me agrada, la verdad. Conmigo o contra mí, parecen decir ajenas al sentimiento de indiferencia que conllevan miles, millones de artículos cotidianos, personajes deambulantes, escritos irrelevantes etc. Una Chopper es rock’n’roll en todas sus facetas, a veces balada, en ocasiones eléctrica, pero siempre poderoso y genuino en sus raíces. No es necesario tener una chopper para apreciarla, desde luego, del mismo modo que no hay que ser un experto en el rock para acompasar el pulso a su ritmo. Es un espíritu, un sentimiento…. Lo tienes o no lo tienes. Afortunadamente para mí, lo tengo. Es esa clase de actitud que guardas para ti mismo y con la que intentas moverte por el mundo sin molestar a los demás pero muy atento a las agresiones que puedan producirse en tu pequeño/gran mundo. Ese modo de pensar que te mantiene en alerta constante y mueve la mente hacia posiciones recónditas, sin robar el saber a la inocencia del descaro. “Como eran jóvenes no sabían que no podía hacerse. Por tanto lo hicieron”, es la frase con la que te recibe el taller creativo de unos amigos y que te refiere a seguir alimentando el Pan interior, como metafóricamente recomienda la canción de The Waterboys (aunque cambie su acepción de sátiro por ésta queutilizo para explicar mejor mis argumentos).El inconformismo nos guía también en esta aventura editorial que compartimos tú, lector, y yo mismo, con otros cuantos irreverentes. Quizá por eso no nos gusta quedarnos en nuestro refugio digital y queremos afrontar nuevos retos que acompañen al de interesarte en cada número. Cuando se muestren estas líneas estaremos cerca de acudir a la Concentración HD de Castellón, organizada en su vigesimosexta edición, como siempre, por el Big Twin Club. La noticia es que ChopperOn seremos, por vez primera, organizadores del Bike Show. Allí estaremos, ilusionados por la nueva experiencia y encantados de compartir una cerveza contigo, si lo deseas, pero sobre todo con la actitud inequívoca de pasarlo bien. La actitud del espíritu chopper. La actitud del rock’n’roll. Cuique suum.

Agosto 2009

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