Que
se jodan los parados y los que necesitan ayuda para sobrellevar una enfermedad
grave o la dependencia de un familiar; los que no saben salir de la crisis o
han perdido los ahorros de una vida junto con su casa. Que se jodan los que
claman por un cambio, por una democracia más participativa, más real. Que se
jodan los que no pueden comprar un bolso de Loewe y los que tienen que mendigar
un mendrugo cada día; los estudiantes que no pueden cursar la carrera que
quieren, los que deben dejar de serlo para ponerse a trabajar en la cola del
paro y los soñadores de un mundo justo e imposible. Que se jodan los motoristas
que mueren o son mutilados por causa de los guardarraíles y los ancianos que
pasan frío porque no pueden pagar la subida de la tarifa eléctrica con sus
paupérrimas pensiones. Que se jodan los enamorados, Vinicius de Morais y Lorca,
si hace falta; las víctimas del terrorismo, los afectados por la estafa de
Forum y la juventud sin futuro. Que se jodan los que no tienen un papá rico que
les coloque a la sopa boba, los diletantes, sumisos y también los aporreadotes
de teclados; los cronistas, los tertulianos, los mimos, Montesquieu y las amas de casa que
estiran la compra hasta fin de mes. Que se jodan los que piden más, los que no
pueden acudir a la (in)justicia porque el gasto en abogados es un lujo y los
que protestan en la calle sin esperanza de que su voz llegue a algún lado. Que
se jodan los que no son de sangre azul y no pueden cazar elefantes en Botswana
o vivir plácidamente en Washington por la cara. Que se jodan los mineros. Que
se jodan los profesores. Que se jodan los ratones colorados. Que se jodan los
juntaletras y los palmeros; los asturianos, los catalanes, los tinerfeños y,
sobre todo, los madrileños. Que se jodan los trabajadores, la oposición y los
que no practican el pensamiento único. Que se jodan los apaleados en las
manifestaciones, los sin patria, los parias, los condenados a vivir. Que se
jodan los buscadores de esperanza, los intelectuales y aquellos que no juren
por Snoopy. Que se jodan los gordos, los feos, los bajos y los que quieren
saber la verdad; los que tienen que hacer el amor en un Simca 1000, los
ladrones del sueño y los amantes de Teruel. Que se jodan tirios y troyanos,
galgos y podencos, rojos y azules. Que se jodan Proust, Jung y Marx. Que se
jodan los aeropuertos con aviones, los que no disfrutan de 1.500 € mensuales en
dietas de viaje por ser diputados y los padres a los que les ha venido de golpe
y porrazo la desesperanza. Que se jodan los pequeños comerciantes. Que se jodan
los transformadores de moto. Que se joda este articulista. Que se jodan los jubilados,
los enfermos crónicos, las madres lactantes y la sociedad del bienestar. Que se
jodan los indignados y los que todavía no lo están, los que soportan la tiranía
de las ITV y los que han visto mancillados sus derechos con el tema del H1.
¡Que se jodan!
(Es
curioso, pero a la hora de redactar este artículo resuena en mi cabeza el tema
del musical Los Miserables que dice “Do
you hear the people sing? Singing the song of angry men. This is the music of
the people who will not be slaves again…”(¿Oyes a la gente cantar? Cantan
la canción de los indignados. Es la música de quienes no volverán a ser
esclavos…). La cosa se pone tensa mientras la música va in crescendo y me están entrando unas ganas de salir a la calle y
liarme a hostias…).