domingo, 26 de octubre de 2008

martes, 21 de octubre de 2008

CREG NY BAA: LA BONITA HISTORIA DE UNA HISTORIA BONITA.


Érase una vez un grupo de motoristas que se llamaban a sí mismos Vaca Grasienta que cumplieron el viejo sueño, largamente anhelado, de ir a la Isla de Man, país formalmente independiente, aunque es dominio personal de la monarquía inglesa, y meca de los amantes de las 2 ruedas gracias a que es escenario de una de las pruebas motociclistas más famosas y legendarias, el Tourist Trophy. Sus miembros se reunían de vez en cuando para compartir unas cervezas y algunos kilómetros, rematados, casi siempre, por la ingesta de un chuletón (o similar) tierno y sabroso, de ahí, precisamente, el nombre del grupo.Un buen día, tras años y años de discutir sobre el tema, simplemente dejaron de hablar y decidieron que había llegado la hora de emprender viaje hacia la isla aprovechando que se celebraba el Southern 100. Ni cortos ni perezosos, 14 de ellos se encomendaron a los dioses del asfalto, montaron en sus motos y pusieron rumbo a su destino. Al cabo de 4 días de kilómetros empapados por dentro y por fuera, cansados y satisfechos, por fin llegaron a la isla de los gatos sin cola, donde el alma de la tierra es verde y el viento envuelve con su abrazo las sonrisas de los motoristas apasionados. Llevaban en la mochila de sus sueños la obligación de sentir y disfrutar el escenario mítico donde cada año, desde 1907, los valientes retan a la vida a 130 millas por hora. En el macuto de la espalda guardaban una placa/ homenaje en recuerdo de Juan García de Aguinaga, miembro del grupo, fallecido en un absurdo accidente de moto en 2007.Tras tomar contacto con la realidad de los Manx (así se llaman los autóctonos) se empeñaron en la hermosa tarea de buscar un lugar adecuado donde descansar la placa. Después de breves escarceos con amables y chisposos lugareños dieron con uno que les indicó la conveniencia de visitar el pub situado en Creg Ny Baa, una de las curvas más hermosas de la isla y, como no, del TT. Llegaron hasta allá con el estómago ansioso y la garganta seca, prestos al desinteresado hermanamiento con los locales que tanto solían practicar en sus viajes, cuando se presentó ante sus ojos una de las postales más bellas que el ojo humano puede contemplar. De inmediato decidieron que aquel sería el lugar desde donde su querido hermano descansase del viaje. Contaron su historia al dueño del pub , quien no puso problemas a que la placa quedase alojada en una roca sobre el verde césped británico y el bravo mar atlántico frente a su vista. Emocionados y satisfechos por el objetivo cumplido subieron a sus motos y emprendieron el viaje de regreso a su país.
Hasta aquí, todo normal, cierto es. pero lo que dota a la historia de una impronta singular es que una vez regresados uno de los Vaca Grasienta empeñó su tiempo en conocer el significado de Creg Ny Baa y su sorpresa fue mayúscula al conocerlo: la traducción al español del lugar donde descansa la placa/ homenaje de Juan Vaca Grasienta se llama nada menos que La Roca de la Vaca.

A modo de final confieso que, como creyente, pienso que nuestro amigo Juan hizo que siguiésemos el colín de su Ducati hasta aquel sitio porque era allí donde quería que colocásemos la placa, no como homenaje a él, sino como reconocimiento a Vaca Grasienta por cumplir por atrevernos a aparcar las palabras para cumplir un sueño colectivo, tan firmemente deseado. Él no quiere descansar en Man, asistirá a cada salida, a cada viaje, a cada comida o cena. Porque es Vaca Grasienta y estará donde se encuentre cada uno de nosotros. Por eso, hoy, a la hora de cerrar este artículo después de enterrar a mi padre fallecido el martes, permitidme que le haga una petición personal. Juan, compañero, te pido que recibas a mi padre, Fernando, allí donde haya llegado y le sirvas de cicerone de su nueva vida. No te costará reconocerlo porque es más alto que yo y tiene una sonrisa singular. Sé que a tu lado será feliz pero te advierto que no tengo claro que le gusten mucho las motos, aunque en lo años 50 tuvo los redaños – entre otras muchas cosas - de trasladar sus 196 cm de altura de Madrid a Asturias (y viceversa), pasando el puerto de Pajares, en su Vespa blanca, con el cuerpo forrado de papel de periódico para mitigar el frío. Y a mí, sólo por eso, me parece que se merece la consideración de motorista.

Un poema de Borges enviado por mi amiga Marta.

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.